
Devorando las hojas del nuevo libro, ilusionada
como una niña abriendo su regalo de reyes, he visto la ciudad pasar apenas con el rabillo del ojo como una película a doble velocidad en blanco y negro. Las gotas de lluvia resbalando por mi pelo han ido adornando y haciendo mío esa nueva adquisición de la mañana. Mientras mi paraguas dormía plácidamente en la estantería superior del armario, al calor de la ropa recién planchada, mis zapatillas prestadas esquivaban los charcos de la infinita calle que me llevaría hasta la última parada de autobús
Mientras lo esperaba he visto un paraguas que cariñosamente cubría a su dueña, protegiéndola de tales gotas enfurecidas, el paraguas de un señor que corría por la calle dando volteretas, escapando de sus manos, y acelerando su paso al sentirse atraído por ese viento. Otros más osados, dejaban de oler el cabello de esos niños para poner una sonrisa y recoger todas las gotas posibles
y mis ojos borrosos clavados en el charco que moja mis calcetines azules.
Por fin mi parada
y al abrirse las puertas como si de Hollywood se tratara, una alfombra interminable de hojas amarillas adheridas al suelo, unas encima de otras dibujan el recorrido que me llevará hasta casa, hacia el calor de un calefactor que enrojecido sopla para calmar mi frío.
Seguramente mañana estaré resfriada.
3 comentarios
Ever After -
Un beso!
jio -
Hugo -